Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

miércoles, 30 de marzo de 2011

LA BAÑERA

El escenario está sumido en una oscuridad total. Comienza a sonar una sinfonía animada por el correr del agua. Una luz tenue y azulada invade el centro de la escena iluminando a una mujer sentada de espaldas al público. Justo delante de ella hay una bañera blanca y antigua....
MUJER: Y ahora me tomaré un té. Para relajarme. Es que estoy cansada, muy cansada. (Gira la cabeza hacia su derecha) ¿Habéis dicho algo?. (Gira todo el cuerpo hasta quedar de frente al público. En las manos sostiene un trapo). Llevo limpiando esta bañera toda la tarde. A Carlos le gusta que esté todo impecable y sobre todo si se trata del cuarto de baño.

(Se levanta) Si, Carlos es mi marido. Le encanta que esté todo limpio y yo no tengo otra cosa que hacer más que limpiar. (Se vuelve hacia la bañera) ¿Decías, mi amor? (inclina la cabeza sobre la bañera) ¡Ah, no, que pensé que habías dicho algo! (Mueve la cabeza) ¡espera, creo que no te he arreglado bien! (de detrás de la bañera saca una sierra, apoya la pierna sobre el borde de la bañera y comienza a serrar). ¡Un momentito y te dejo listo! Creo que lo mejor será separarte en bolsas y congelarte. A ti te encanta que todo esté limpio y en su sitio y yo creo que el mejor sitio para que descanses es el congelador, mi vida. ¿Decías? ¡ah, no nada, es que como me miras con esos ojos tan abiertos! Esto no te lo esperabas ¿verdad? -la mujer deja la sierra y se sienta en la silla, mirando a la bañera- Pero es que llevo advirtiéndotelo toda la vida, cielo: "Cierra la tapa del váter" y es que, por más que lo pienso no entiendo lo que te cuesta cerrarla, mi amor. Pero mira, ahora tenemos un problema menos. Yo no tendré que decírtelo más y tú no tendrás que escucharme (se ríe).

¡Vamos, no me digas que la situación no te hace gracia! -mira dentro de la bañera, se arrodilla junto a ella-. Decías que yo era una sosa y que ya podía parecerme a ellas, a las mujeres de tus amigos. Que con ellas te partías... pues nada, deseo concedido ahora estás ahí, partido, aunque no sé si de risa.

Saca el trapo de uno de los bolsillos de su bata y limpia una mancha en la bañera- ¡Ya la quito, ya la quito! Todo limpio, mi vida, como a ti te gusta. ¿Qué? ¿que qué le voy a decir a los niños? ¡ahora me vienes con esas! -la mujer se pone de pie y comienza a pasear por el escenario -pues les diré que te has ido de viaje al polo norte, porque allí no hay tapas de váter que se puedan quedar abiertas -se ríe- ¡no me digas que no tiene gracia!.

-Le da una vuelta a la bañera y mira dentro- ¡Ahora no te ríes! bueno, ya te has pasado toda la vida riéndote de mí. ¡Mira que cara de gilipollas se te ha quedado! -se ríe- es que no te lo esperabas -se ríe más- tenías que haberte visto la cara...En realidad yo solo quería darte un susto, pero las cosas nunca salen como una piensa. Fíjate, yo quería un príncipe azul y el destino te puso a ti, un cerdo, en mi camino. Y no es que tenga nada en contra de los cerdos, son animales muy simpáticos y todo eso, pero mi paciencia tiene un límite, Carlos y hoy lo has rebasado.

La mujer se sienta en la silla, otra vez de espaldas al público- Hoy, un día normal. Un día como otro cualquiera. Un día lleno de tus humillaciones, tus desprecios y tus amenazas. Pero ¿sabes? Cuando te vi subiéndote la cremallera y dándote media vuelta dejando la tapa del váter abierta, supe que había llegado tu hora.

Y es que a todos los cerdos, mi vida, les llega su san martín.

miércoles, 23 de marzo de 2011

VICTORIA

Es una mujer diminuta, de pelo blanco. Observa en silencio el paso del tiempo a través de la ventana de su habitación. La encerraron aquí hace años, cuando su única hija murió en un accidente de tráfico. Parece que su nombre le jugó una mala pasada y Victoria en realidad se paso toda su vida perdiendo.
Ahora ya no habla, pero hasta hace un par de años me contaba sus historias. Aún recuerdo la tarde que fui a cambiarle las sábanas y me llamó, con voz muy queda: "niña, ¿te he dicho que una vez tuve un amante?". La voz de Victoria me atrapa, incapaz de abandonar mis recuerdos: "si niña, una vez tuve un amante. Yo era joven y estaba soltera, pero él tenía una mujer. Él me decía que su mujer estaba todo el día triste y que ya no dormían juntos y comencé a verle. Bueno, más bien era él quién me visitaba cuando le convenía. Me dijo que me amaba niña, me dijo que yo era su alma, su vida. Me decía que yo era su paloma -recuerdo los ojos de Victoria llenos de luz y de brillo- y yo le creí niña. Me lo creí todo. A mí no me importaba esperarle en camisón, hasta las tantas de la mañana. Solía visitarme los jueves, pero a veces no venía. Solo durmió una noche conmigo fue el día de todos los santos. Hacía frío y me abrazó toda la noche -recuerdo la sonrisa muda de Victoria- y luego ya no hubo nada - la voz quebrada de Victoria aún se cuela en mis oídos y no consigo borrar de mi mente las lágrimas que bañaban sus mejillas- Nada niña, nada. Esperé su visita de los jueves, una llamada, un carta, una señal... pero nada. A las tres semanas coincidimos en una verbena niña, en la verbena del pueblo de al lado. Me trató como si fuese una conocida más y luego se puso a bailar con una amiga mía. A ella le dijo que estaba feliz con su mujer y que la quería, a mí no fue capaz de decirme nada. Y yo tampoco le dije que estaba embarazada, cogí mis cosas y me fui para siempre. Pero ¿sabes niña? desde aquel día, lloro todos los jueves, a veces dormida."

martes, 22 de marzo de 2011

DE VUELTA A CASA

Nunca un cielo ha vuelto a ser tan azul y tan infinito como el de aquella tarde. Nunca. Recorro con placer ese recuerdo del instante en que me sentí en casa. Y fue una tarde de verano, tumbada boca arriba, mirando el cielo azul lleno de nubes blancas que se convertían ágiles en miles de objetos. Una flor, una luna, un conejo, un pájaro... ese cielo me hizo sentir en casa. El sol rozaba mi cuerpo, el trigo cantaba animado por una tímida brisa de verano. Y me sentí en mi casa. El cielo techo infinito, la tierra el suelo que me rodeaba con sus brazos poderosos y que se convertía en padre y madre a la vez, en todo. Me sentí el ser más pequeño de este mundo acunada por la risa de los campos de trigo que me observaban divertidos. Y también me sentí poderosa, porque me sentí segura.
Mi memoria me devuelve ese momento entre los trigales, tumbada sobre el suelo castellano, mirando un cielo azul infinito, acariciada por los rayos de un sol que nunca me hizo daño. Es curioso, porque el sol de aquí siempre me abrasa. Debía tener seis años o quizás menos, pero me sentí en mi casa. Reina de un mundo lleno de nubes que me mostraban que nada dura siempre y que los cambios son transformaciones, nunca finales.

Llevo unas tres semanas con una idea instalada en mi cabeza. Surgió de repente en mitad de un ataque de pánico brutal. Mi cabeza estaba bloqueada, no podía pensar. Me sentía mal... y de repente recordé ese enorme cielo azul, las nubes transcurriendo silenciosas, el sol bañando ese silencio... y también los brazos de mi abuela, generosos, recibiéndome como si fuesen parte de esa tierra a la cual pertenezco.

Tras unos minutos en los que solo deseaba cruzar medio país y alcanzar mi tierra, acudió a mi la calma. Pero ahora, no consigo quitarme de la cabeza ese sentimiento de seguridad que me invade cada vez que piso en mi memoria el suelo que me vio nacer.

No creo en dios, pero si creo en el destino. O quizás en las casualidades. Pero hay momentos en tu vida en que se unen varias circunstancias que te ayudan a tomar decisiones. Decisiones que transforman tu vida, como se transforma una nube en luna y luego en conejo. Decisiones que implican la pérdida de lo que dejamos y la victoria de nuestra propia libertad. Decisiones que son un cambio, nunca un final.

Quiero sentir que pertenezco a algún lugar y que ese lugar me pertenece. Quiero sentir el orgullo de mi gente y que mi gente se sienta orgullosa de mi. Abrir las puertas y sentir que me invade un olor conocido. Escuchar una voz que me haga sentirme segura. Quiero que mi abuela me cuente todas las historias que se me han olvidado. Mirar desde el corral la ventana del sobrao en el que se hacían los quesos. Invadirme de los sonidos de la madrugada y que el amanecer me recuerde que en verano existen lugares en los que se duerme con manta. Quiero contemplar los nidos de cigüeñas sobre los campanarios.

Quiero volver a ese lugar en el que soy la reina de un país de nubes.
Ahora más que nunca quiero volver a mi casa.

domingo, 20 de marzo de 2011

La Traviata (La extraviada)

La famosa ópera de Verdi inspirada en el clásico de Alejandro Dumas, "La Dama de las Camelias". Leí el libro siendo jovencita y me impactó la trágica historia de amor ...

martes, 15 de marzo de 2011

EL PÁJARO TIARÉ

Hace cuatro años escribí este cuento. El pájaro Tiaré o Tiaré, el señor del cielo. Lo escribí pensando una historia para mi hija. Ayer alguien lo trajo a mi memoria (aunque Tiaré no posea el alma de las palomas) y me emocionó con sus palabras pues a través de ellas recordé lo que sentí al escribirlo: el ansia de libertad, la belleza del señor del cielo batiendo sus alas contra el aire y el amor incondicional que puede surgir en cualquier rincón rompiendo las barreras de las jaulas más poderosas...


En el reino de Lis, existió un hermoso pájaro de vivos colores, era un pájaro mágico pues decían que poseía un extraño don aunque nadie sabía en que consistía. Rojas eran las plumas de su cabeza, como el fuego. Azul su cuerpo como las aguas transparentes de los ríos de Lis y sus alas eran de un verde intenso como los árboles jóvenes de los bosques. Y este pájaro, llamado Tiaré vivía libre surcando los aires, contemplándolo todo desde las alturas.


Pero quiso la mala suerte que le diera caza un hombre despiadado y Tiaré se vió privado de su libertad. El hombre lo encerró en una hermosa jaula a la espera de que el pájaro le revelara sus poderes pero Tiaré suspiraba cada día de su cautiverio deseoso de volver a alcanzar su libertad. El lamento del pájaro era tan profundo que todo Lis quedó sumido en la más absoluta tristeza. Pero aquel hombre tenía una hija que conmovida por la tristeza del pájaro pasaba los días a su lado contándole hermosas historias y cantándole las más tiernas canciones para entretenerle.
Aún así Tiaré no encontraba consuelo y un día se dirigió a la niña con las siguientes palabras: “he meditado profundamente y creo que si mi hicieras un favor, podría sentirme un poco menos triste.” La niña asintió a su petición y le dijo que todo lo que le pidiera ella lo haría con tal de verle feliz. “Entonces, debes arrancarme un pluma y lanzarla al aire para que sea libre, para que surque el cielo tal y como yo lo hacía, de esa manera yo me sentiré mejor”. La niña se asustó ante tal petición pero como lo había prometido arrancó a Tiaré una pluma de su cuerpo. El pájaro recobró milagrosamente la alegría pues la pluma arrancada de su ala le susurró a través del viento los prodigios que veía al volar libre de ataduras y jaulas. Pero a los pocos días volvió a sentirse mal y la única solución que encontraron el pájaro y a niña fue seguir liberando una a una las plumas de Tiaré.

Un buen día cuando el hombre despiadado entró a contemplar a su hermoso pájaro encontró en su lugar a un ser desvalido y desnudo pues Tiaré se había quedado sin su plumaje. Extrañado y confuso el hombre abrió la jaula, pero el pájaro no pudo volar y sin temblarle el pulso el hombre le dio muerte. La hija enfermó de dolor y cuando consultaron a los sabios del lugar el más anciano de ellos le dijo al hombre: “debéis conseguir tres plumas: una roja como el fuego, una azul como el mar y otra verde como los árboles jóvenes. Y esas plumas deben provenir del mismo pájaro: Tiaré, el señor del cielo”. El hombre loco de dolor al comprender lo grave de su osadía se perdió sumido en su delirio en las tierras de aquel reino y nunca más se supo de él.

Pero aquella misma noche llegaron a aquel lugar unas extrañas noticias pues por toda la tierra de Lis habían surgido unos extraños nacimientos de una roca negra, tan negra como quedó el cuerpo de Tiaré al desprenderse de su plumaje. Y el viento que sopla del norte le contó a la niña enferma que la roca provenía de las plumas de Tiaré y allí dónde estas habían llegado surgió en su recuerdo la roca negra, roca hija del fuego, del agua y del verde de los árboles. Y el mismo viento le susurró que bajo un manantial de agua yacían las redondas piedras negras, piedras que eran el alma del pájaro y que debían permanecer allí en recuerdo del cautiverio del pájaro. Y esas rocas, esas perlas negras que descansaban bajo el manantial serían su cura. Y sin dudarlo la niña fue a ellas y nada más tocarlas se curó. Y esa piedra milagrosa es la que lucen las princesas del Reino de Lis hasta el momento en que son llamadas a ser la esposa del rey y cuenta la leyenda que solo aquella princesa que logre liberar el alma de Tiaré de la piedra negra, solo ella será capaz de reinar”.

domingo, 6 de marzo de 2011

TODO SIGUE IGUAL, NADA ES LO MISMO

Hay momentos en tu vida que te sacuden por dentro.

Yo recuerdo un par de ellos. Momentos intensos que marcan un antes y un depués. Y tras vivirlos, todo sigue igual pero nada vuelve a ser lo mismo.


Ayer volví a vivir uno de esos momentos que te sacude por dentro, que te toca el alma, que te desordena por completo y que consigue marcar un antes y un después. Tras ayer todo sigue igual pero nada volverá a ser lo mismo.


Siempre me harto de decirle a la gente que esta vida es corta, imprevisible, llena de baches y de malos momentos que llegan sin que nadie los llame. Siempre digo que hay que vivir y disfrutar los buenos buenos momentos, los que nos hacen sentir bien porque son los que nos ayudarán en aquellos momentos oscuros y difíciles. Pero hasta ahora no me había dedicado a practicarlo. Hasta ayer no comprendí la necesidad que tengo de hacerlo.


Y como si de un año nuevo se tratase, ayer marcó un comienzo, un inicio, un principio. Un nuevo año lleno de propósitos. Y PIENSO CUMPLIRLOS TODOS:


voy a mostrarme, voy a seguir mi instinto, a encontrar una nueva perspectiva, voy a marcarme metas, a ayudar a los otros, voy a volver a bailar, voy a mimarme a mi misma, voy a superar mis miedos y voy a dejarme acariciar por la naturaleza, voy a tener bonitos sueños, a comprarme flores a mi misma, a leer, leer y leer, no voy a compararme con los demás y no pienso volver a maltratarme, voy a abrirme a nuevas ideas y apartar de mi los pensamientos negativos, voy a concentrarme en hacer realidad mis deseos y voy a buscar tiempo para divertirme, voy a cuidar el amor en mi vida, y a querer lo que tengo, haré una lista de agradecimientos todas las mañanas y por mucho que me cueste seré sincera conmigo misma. Y sobre todo voy a rodearme de gente que me quiera.