Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

jueves, 31 de diciembre de 2009

SE VA

Así, despacito, como quién no quiere la cosa. Mañana será otro año y prácticamente no notaremos nada nuevo.
La magia reside en el día que poco a poco se acaba. En este día que ya está agonizando alumbrado por miles de luces que nos recuerdan que es bueno que los años pasen.
La magia reside en todos esos buenos deseos que realmente pueblan nuestro espíritu y que mañana posiblemente comiencen a evaporarse como fantasmas.
La magia está en esta noche...
A todos los que paseáis por aquí os deseo que el 2010 sea una aventura llena de sorpresas agradables. Os deseo que un pedazo de la magia que llena esta noche no os abandone el resto del año. Y ¡a soñar qué a fuerza de insistir algo se hará realidad!!

miércoles, 30 de diciembre de 2009

THE JOKER

Esta canción sonó mucho a finales de los 80, siendo yo muy jovencita.
De inglés poca cosa claro, así que no me gustó por la letra. Me gustó la música, el buen rollo que contagia y aún hoy en día me devuelve esa sonrisa que esbozada al escucharla. Nunca supe mucho de ella pero hoy he vuelto a recordarla y a través de you tube descubro que es del 73.
Es The Joker de Steve Miller Band.



Espero que os haga sonreir!

sábado, 26 de diciembre de 2009

SO WHAT



No me he podido resistir!!

sábado, 19 de diciembre de 2009

El amor


No dejo tu cuerpo.
No voy a dejar tu cuerpo. Cavo. Una fosa, en este suelo duro. Busco, algo para ayudarme. Con las manos es difícil. Me duele todo el cuerpo.
Pero no voy a dejar tu cuerpo. Lo destrozarían los animales. Lo arrasarían los elementos. No quiero dejarlo. Sé que falto a ese deber que es sagrado. Sé que falto al deber más sagrado. Pero no voy a dejarlo. Cavo. El calor hace que me escuezan las heridas. La sangre se seca en mi piel. Y sigo cavando. No pienso dejarte aquí.
Recuerdos. Debo apartarlos. Cavo. Mis manos cavan tu tumba. Tu cuerpo a mi lado lleno de heridas. La sangre no mana. Tu rostro destrozado. Maldigo la piedra que te ha matado. Voy a recordarte como siempre. Tu cuerpo perfecto. Lo admiré en la lucha cuando nos entrenábamos. Tu cuerpo regalo de los dioses. Sentí unan punzada el día de tu matrimonio, el día en que te dieron a él. Pero así lo dice el código. Tu cuerpo perfecto se convirtió en casa de hombres. Hombres perfectos para Esparta. Y ahora cavo tu tumba. La tumba que no cavé para mis hijos, aquellos que murieron por la gloria de Esparta.
Sigo cavando. El calor me abrasa. El sudor resbala y me cubre los ojos esta masa de sangre y barro. Habría de dejarte para proteger el anuncio que he de llevar a la ciudad. Pero no puedo soportar esa idea. No voy a dejar que destrocen más tu cuerpo. Voy a darte una nueva casa. A cubrirte, a encerrarte. Y los dioses te recibirán. Y llevaré las noticias a la ciudad, pero eso será luego. Primero tú, luego Esparta. Me da igual sufrir el castigo por mi atrevimiento. Primero tú. Esparta la ciudad sin murallas no se resentirá por mi afrenta. Da igual que sepan que nos acechan un momento antes o uno después.
Ya está. He terminado. Me tiemblan las manos. El corazón se me acelera cuando cojo tu cuerpo roto. No veo tu cara. Trato de limpiarla, pero no consigo verla. Voy a recordarte como siempre. Perfecta. Te dejo en tu lecho. Y siento una punzada que me hace caer al suelo. Fuimos entrenadas en la lucha, como los hombres. Pero nadie nos preparó para esto. No así. Nos prepararon para parir hijos perfectos. Para rechazar a los que no lo eran. Oír el lamento de la criatura imperfecta cayendo al abismo del Taigeto. No hay mayor fuerza en un hombre. Un hombre no se altera en ese lamento que se queda en tu memoria y congela todo tu cuerpo. Que ha albergado y parido a esa criatura que arrojan desde las alturas del Taigeto. Maldito monte. Maldito por siempre.
Y cuando has parido tus hijos se los das a Esparta. Y son espartanos. Y luego se pierden. Se hacen guerreros por la causa de Esparta. Y luchan. Y vencen o mueren. Pero eso ya no te causa la punzada en el corazón que te arranca el alarido de la criatura arrojada al vacío. O la que me causa tu cuerpo, en tu lecho. El cuerpo que ahora voy a cubrir de tierra. Para protegerlo. Primero tú, siempre.
Nos dejan entrenar nuestros cuerpos perfectos en la lucha. Como hombres. Pero no nos dejan luchar. Nadie nos preparó para esto. Nosotras éramos dos. Ellos cinco. No me importa de dónde eran. Contaré detalle por detalle todo lo que oí y todo lo que ví. Pero no la punzada que me hace caer de rodillas al enterrar tu cuerpo. Y luchamos, como espartanas. No en vano nos temen en toda Grecia. Y luchamos como animales. Ellos eran cinco, nosotras dos. Acabé con el último retorciendo su cuello. Y oí tu lamento. Ya era tarde. Tu vida se escapaba. Primero fuiste de un hombre, siempre de Esparta y ahora perteneces a los dioses. Y te vas sin saber que yo siempre fui tuya.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

UN MOMENTO



Me persigue. Noto su aliento en mi nuca.
Sus dedos ágiles rozan mi cuerpo.
Y cuanto más deprisa voy, más rápido corre él.
Me dará caza, antes o después.
Pero sigo huyendo, rápida. Se desliza y me susurra.
Y mis piernas recorren ágiles el largo territorio de los días.
Y él se afana por permanecer enredado en mi pelo,
Urdiendo silencioso su tela de araña, y yo voy a caer.
Pero sigo andando firme sobre los minutos y las horas.
Consumiendo las estaciones y llenándome de años.
Y él me sigue. Empeñado en colarse en mis sueños.
Y sin saberlo, poco a poco se convierte en mi peor pesadilla.
Miro al frente y continúo, pensando que le voy a ganar la carrera
Pero le oigo reírse en mi oído. Rompe mi ilusión y se alegra.
Hilvana esa melodía que me vuelve loca.
Se cuela en mi piel y me marca sin compasión.
Tengo el cuerpo lleno de sus cicatrices y él sonríe.
Me susurra otra vez al oído: “deja de correr”
Sé que algún día me mirará de frente, me encontraré con sus ojos
Y sabré que justo en ese momento habré terminado.
Justo en el momento que me beba su último sorbo
Y mientras él, juguetón, se divierte atormentándome.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac…

domingo, 13 de diciembre de 2009

DESPOJOS


Y miré ese cuerpo desnudo.
Ese cuerpo frágil atrapado en algún lugar de mi memoria.
Un cuerpo que era extraño en aquel paisaje gris,
insinuándose cálido y suave,
azotado por la ira de un perpetuo invierno.
Y aquel cuerpo vencido por mil historias
volvió a presentar batalla, levantándose del suelo gris
rompiendo la monotonía de esa tierra helada.
Ese cuerpo desnudo que parecía frágil
se revistió del poder que permite el vacío
y sabiendo que nada tenía, ordenó a su mente perderlo todo.
Y se lanzó a aquel combate sin posibilidades
con la fuerza de un ejército armado.
Y aquel cuerpo frágil que pertenece a mi memoria
me recordó que no hay mayor victoria
que saber quién es cada uno.
Miré ese cuerpo desnudo
y me descubrí en aquel paisaje gris
helada, perdida, sabiendo que no tenía nada
y que por lo tanto podía ganarlo todo.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

YO SOY LA REINA



Soy yo, soy la reina. Soy la reina más poderosa que jamás haya visto esta tierra.
Dicen que este es oficio de hombres ¡insensatos! No me ha temblado el pulso al fulminarlos con mi ira. Los he matado a todos, a los que lo decían y a los que lo pensaban. Porque yo soy la reina. He vencido mil batallas y he ganado todas las guerras.
Me he presentado en mitad de los campos de batalla y he abierto las puertas de las tiendas de campaña; nada de lo que he visto me ha escandalizado: ni cuando sorprendía la desnudez de mis generales, ni cuando los hallaba saciando su deseo. He entrado, he discurrido, he organizado y he vencido a todos los ejércitos enemigos que han tratado de conquistar un solo milímetro de estas tierras que he parido con el sudor de mi sangre. Porque yo soy la reina y estas tierras son mías.
He doblegado bajo el peso de mi deseo territorios que otros reyes jamás osaron penetrar. Todos se han rendido a mí, a la reina. Todos me han obedecido. A veces no he necesitado más que discurrir en grave plática, hacer valer mis criterios e insinuar alguna que otra amenaza velada. Pero cuando mi oponente no era lo suficientemente inteligente cómo para aceptarme por las buenas, lo he doblegado con un placer infinito, igual que bajo mis piernas se han doblegado los hombres para proporcionarme todo el placer que he deseado. Y ninguno me ha saciado. Ninguno ha podido igualar el goce que experimento al sentir que decido sobre la vida y la muerte.
De mis entrañas han nacido hijos, todos varones. Algunos murieron antes de caminar, otros a causa de enfermedades y solo sobrevivieron los más fuertes. Les he visto hacerse hombres, mirarme a la cara, llamarme madre y temblar ante mi presencia. Porque antes que ser madre, yo soy reina. ¿Queréis saber si sufrí al ejecutar al más pequeño de ellos?. No. No hallé un ápice de compasión ni acudió a mí la misericordia. Casi hubiese preferido ejecutarle con mis propias manos, pero ordené que se le aplicara la justicia que yo misma administro y decido, pues yo soy ella, yo soy el poder, yo lo soy todo. Y quién osa desafiarme se vuelve mi enemigo, me es indiferente que sea de país ajeno o de mi propia casa. Me es indiferente que sea un extraño o mi propio hijo.
De dios ni me mentéis el nombre, jamás doblé mis rodillas ante sus dignatarios en la tierra. No quiero frailes ni monjes, no quiero obispos ni sus dignidades. Todos me enferman cuando tratan de evidenciar que por encima de mi poder existe otro. Si existe el infierno que tanto predican, todos arderán en él pues no he conocido seres más pecadores que ellos mismos. Aún recuerdo la visita del obispo de Roma. Insinuó que me arrodillara y besara el anillo del pescador, el anillo de San Pedro. “¿Habéis observado mi reino y mi poder? ¡Yo no me arrodillo ante nadie!” y el insensato me contestó “el reino del señor no puede verse, en intangible, pero él todo lo puede” y entonces ordené cegar sus ojos con el fuego de un tizón “pues no hay nada mejor que ser ciego en un reino que no puede verse” y reí al añadir “espero que el señor que todo lo puede os devuelva la vista”. Y desde entonces, dios ha olvidado mi patria y yo me he olvidado de él.
Y ahora vienes tú y me reclamas, ahora vienes tú a exigirme. Muéveme de aquí si te atreves, pues voy a luchar y puedo asegurarte que pasaré a la historia como la reina que venció a la muerte.

martes, 8 de diciembre de 2009

EL SUEÑO


Anoche cerré los ojos y dejé que el sueño me tomase
como amante ávido.
Poseyó mi cuerpo esa sensación de ingravidez,
ese sentimiento de nada y de todo,
pues el sueño me tomó con la urgencia de un amante desesperado.
Sus manos de aire acariciaron mi cuerpo,
sus besos se insinuaban sin poder formalizarse
mi boca se abrió y esperó con ansia
el beso desesperado de sus labios inmateriales.
Ansié que el sueño penetrase en mi alma
rabiando por el deseo que nunca será satisfecho
ese deseo que te consume y te mantiene alerta
pues el sueño, ese amante que no tiene materia,
ayer me tomó con la avidez de mil años de espera.
Y yo que le observaba me ofrecí generosa
esperando que mi deseo alcanzase la paz del reposo.
Anoche, ese sueño me tomó, como el amante burlado
sabiendo que he sido de muchos antes que ser de él.
Y el sueño celoso de mis noches vacías
me tomó con la desesperación de quién por fin nota la victoria.
Sus manos de aire, sus besos de nada, sus caricias trémulas
se enredaron en la danza de la pasión que estalla.
Anoche, el sueño me tomó, fui suya, él fue mío
Y juntos encontramos el reposo del deseo satisfecho.
Porque anoche, anoche soñé con el sueño.

martes, 1 de diciembre de 2009

El Lobo


He perdido algo, estoy segura. Busco algo, lo noto. Estoy ansiosa , mi cuerpo grita, no puedo relajar mis sentidos que están alerta, buscando algo, necesitando algo. Algo que me hace estar completa, en paz. Pero no sé que es. No logro recordarlo.
Soy como ese lobo que aulla a la luna. El lobo que se siente solo en su manada. No pertenece al grupo, pertenece a esa noche negra. Esa noche despiadada que le guía siempre hacia la luna y él aulla, no puede evitarlo. Levanta su cuello, arquea su cuerpo y emite un auliido reclamando aquello que ha perdido. Pero no recuerda que es. Y por eso su quejido es tan amargo.
Soy como el lobo que grita y se lamenta. Porque he perdido algo y no recuerdo qué. Es probable que en algún lugar recóndito de mi alma se encuentre el secreto. Es posible que esta perpetua noche negra esté impidiéndome recordar. Y no puedo evitar batirme contra el aire, rasgar el negro del cielo, buscar una piedra lo suficientemente alta y aullar a la luna.
Mi grito herido la alcanza. Mi aullido se sumerge en su frialdad blanca. Ella nunca contesta. Soy un pobre lobo herido que suplica su propio secreto. ¿Estoy condenada a vagar en esta noche eterna? Busco algo, algo que no encuentro. Corro rápido mi cuerpo se agita, mi mente se evade, siento la noche negra que me llena por completo. Busco la luz, la luz de la luna, necesito que alumbre la oscuridad que me ciega. Suplico mi secreto, dame mi secreto. Y desde la piedra más alta mi aullido rompe el silencio de la noche. Y agoniza hasta convertirse en un lamento, una súplica susurrada al oído de una luna fría que nunca contesta.
He perdido algo, algo que me hace completa. Pero no recuerdo qué.